viernes, 21 de agosto de 2009

La redacción

Extracto de la historia que vengo escribiendo

Tras pisar Lima y beber una copa de vino en el Queirolo de Pueblo Libre decidí dar un paseo por los lugares que tanto tiempo no veía, me pregunte entonces por qué no visitar la redacción del antiguo diario al que pertenecía. Le pedí a mi representante que por favor me brindara un día a solas, es decir, sin que me siga o me muestre la agenda con las entrevistas o contactos a visitar, con un poco de temor acepto, pero siempre atento a que no me pase nada, la calle ahora se había puesto peligrosa, no le creo, al menos no ahora, siempre lo fue.

Ese día decidí salir como una persona más, como siempre vestido con un jean azulado y cafarena negra y la casaca gris que me identificaba por momentos, mi representante me llamo y me pidió que vaya con cuidado, por tercera vez en todo el día y subí al micro que me dejara por la avenida Del Campus, en el trayecto revise los ambientes del bus y vi al publico concentrado en su música, en sus lecturas o en sus pensamientos, ahora podía percatarme como lucia las veces que salía del diario.

Tras casi cuarenta minutos de trayecto llegue a la avenida, camine y vi los cambios que pasaron, no lo podía creer, los años no pasaron en vano, ahora el paradero de buses quedaba a mas cuadras de distancia y la tienda de la señora Zoila, donde bebíamos gaseosa o fumábamos un cigarrillo con los muchachos había desaparecido: ahora era un pequeño restaurante donde vendían el clásico menú. Decidí ingresar pero el cambio era obvio, no había conocidos ni nadie, los dueños me miraron y preguntaron si comería, dije que no, pero antes que me expulsen pregunte por la señora que tenía antes ahí una tienda, solo me respondieron que cuando llegaron ya el local estaba en venta. No pregunte más y volví a la calle.

Llegue al edificio y en la puerta estaba un seguridad, me pregunto que deseaba y simplemente sonreí, “Quiero visitar el quinto piso, yo trabajaba ahí antes y quiero verlo”, le dije y el hombre se extraño, me pidió una identificación y se la di, al observar el nombre frunció el ceño y me miro a los ojos, “Su nombre se me hace familiar”, era evidente, ser escritor y ser también conocido en otros países te hace algo desconocido en tu patria, a menos que lean algún libro o vean las noticias. Me dijo que entre pero que hable con el seguridad del cuarto piso, pregunte que era ahora puesto que antes fue un diario, “Ahora es una revista de turismo”, dijo y siguió buscando en su mente donde había escuchado mi nombre.

Al ingresar vi que la recepción donde estaba Jessica ya no existía, directamente hacia dos escaleras, las que siempre subía o bajaba y el viejo ascensor que no mostraba daños a pesar de los años. Subí por el ascensor y vi a través del espejo que poseía en su interior el reflejo de mi adultez, ya no era el muchacho practicante que deseaba ser escritor y ser uno de los mejores periodistas del medio, ni mucho menos el que deseaba que el diario “Decisión” sea el primer lugar donde seria editor. Finalmente llegue al quinto piso, e asombre al ver que todo era distinto.

Antes de dar un paso un seguridad me detuvo, me pregunto que deseaba y le explique lo mismo que le dije a su par en el ingreso, le mostré mi identificación y me observo, esta vez su rostro colérico cambio rotundamente, “Yo lo conozco, usted es el escritor”, me dijo y parecía contener la respiración. Le salude y me presente y el también , me dijo llamarse Peter Feijó y me conto que un hijo suyo había leído una novela mía para un curso de lenguaje en el colegio, me emocione y le dije que me permitiera ingresar a recordar mis tiempos de redactor, acepto y pidió acompañarme, conteste afirmativamente y finalmente ingresamos.

El ambiente estaba lleno de papeles, era la misma sala de redacción pero con las paredes cambiadas, ahora una capa de pintura gris y blanco ocupaba el viejo espacio donde dejábamos nuestras huellas todos los redactores, no sé porque pero de inmediato recordé imágenes, como hologramas que aparecían de inmediato y ocupaban los espacios vacios por donde iba, me pareció ver a Guillermo Ascas correteando por el ambiente a Omar Vásquez y gritarle que le gustaba salir con hombres cuando no era cierto, vi a Juan Carioso intentando desgravar una entrevista siempre teniendo a su lado a Paloma Barreda molestándolo con algún nuevo chisme, vi a Mario Lavoe en un lado discutiendo con Josué Polar sobre si el Sporting Cristal era mejor que la U, y luego vi a Teodoro Quispe jugando en una maquina a dibujar cosas nuevas u publicitarlas como anuncios de periódicos, y tras todos ellos la imagen que tanto recordaba, yo en una maquina escribiendo y Victoria Quevedo apareciendo y escapándonos ambos por la puerta para no mostrar la redacción final a nuestro jefe.

No dije mas, me despedí del seguridad no sin antes darle un autógrafo en su cuaderno de visitas, le prometí volver en caso necesite algo mas y salí del lugar, baje las escaleras esta vez y llegue al primer piso, el seguridad del ingreso se despidió diciéndome que no me recordaba pero que si volvía a visitarlo esta vez lo sabría, tras recordar todo camine con dirección a otros lugares, esta vez iría al parque de los Sabanales, esta vez para ver si los arboles donde conversábamos con los muchachos seguían en pie. (…)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

la verdad, si hubo que escoger una parte ya redactada de la historia que estás escribiendo aún, pues escogiste mal, entonces. Éste fragmento no inspira en absoluto a continuar leyendo algo tuyo, y menos a aguardar el resto del relato. Habrías acertado, creo, al postear unas mejores líneas que las que pusiste, aun si esto hubiera supuesto reeler tu propio texto o mandarlo a referendum, y elegirlo recién tras ello. Claro, esto si tu intención era la de provocar un interés por tu nueva historia. Otra recomendación, dices que estudias periodismo y que te gusta escribir, que es tu pasión, sin embargo no me explico todavía cómo se te ocurre cometer tantas licencias a la hora de escribir, no poniendo comas, ni puntos, ni tildes, en fin. Presumo que a esto dirás que, como aún no lo acabas, ésto lo dejas para el final. Pero, debo decírtelo, éste frahmento es plano, sin ánimos de superación. Al menos hubieras hecho como henry james, lo que sin duda habría sido menos humillante, hacer un mero relato a fin de sobresalir en el lenguaje, usando de pretexto una historia sólo para dar a conocer lo rebuscado y lúcido de tu literatura. Pero, ya lo dejo allí, no quiero seguir gastando más aquí mi tiempo.

Juank! dijo...

asu poet...te dieron con palo...me gustaría que aquel buen hombre (o mujer) se diera un saltito por mi blog, sabes cómo podría hacerlo?

Después no me digas que no te lo dije...la ortografía, tildes y demás cosas...

Leonardo Ledesma Watson dijo...

Disgrafías, falta de tildación en algunas palabras, la verdad el texto no me jaló pero igual lo terminé. Hay pasión, siempre habrá pasión ya que veo muchas entradas en este blog, falta pulir, pulir , pulir con cera, con trapo o trapeador. Si quieres seguir escribiendo, entonces sigue no dejes que te digan que no puedes. Pero lee, lee mucho y escucha a los que saben (no a mí), a los que saben de verdad. Igual seguiré leyendo. Las mejoras se suscitan en un segundo, en una sola decisión que se une a otras decisiones solas .
Saludos, espero tomes esto como lo que es... o sea no como un consejo. Ya sabes a qué me refiero.

Este es la dirección de mi blog por si deseas darte un paseo por ahí http://laredondez.blogspot.com/