miércoles, 18 de junio de 2008

Seria como pedir que brote cesped en el desierto

Gustavo es este muchacho de quien hable hace unos meses al referirme de algunos personajes del periódico que me admiran. Pues este muchacho me hace aterrizar cada vez que me apersono a esos lares con una idea fuera de serie y creo que ello se viene repitiendo desde el día que comenzamos a dirigirnos la palabra y a que me cuente una anécdota que la vincule con todo lo contrario a lo que vivo. Por ejemplo, hoy hablamos sobre una chica y lo complicado de que ella te haga caso, claro, yo únicamente atine a contarle que a esta chica no lo podía decir nada porque simplemente poseo la terrible característica de tenerle miedo a las declaraciones. Él por su parte me relato las vivencias que tenia, cuando una mujer le gusta simplemente va con todo hacia ello y se lo dice al instante y de inmediato comienza su amistad y así sucesivamente (quien sabe cuántas veces lo hizo y le pudo funcionar). Pero esas cosas que dice Gustavo han provocado dentro de mi parecer esa remota idea de atacar directamente con la intención de decirle la verdad a la chica que me guste.
Claro, no voy a ir terminando este post a decirle a esta mujer que la quiero lo suficiente, pero de este modo quisiera intentar una nueva modalidad de expresar los sentimientos. Aunque no funcione, y lo vengo pensando desde que he comenzado a escribir este párrafo.
Se acaba el tiempo de espera para mi, y las veces que quiero pronunciar las palabras mágicas es totalmente difícil de hacerlo, hay como un arma punzocortante que me agarra desprevenido y me hiere, es como un rayo que detiene mi lengua y que provoca que mis ojos vayan a otra dirección, y cuando reacciono esta persona o no esta, o se fue o simplemente ya está en la puerta de su casa.

Me pongo a pensar en la cantidad de veces que estuve a punto de decírselo, sin querer, estaba así, a una línea, cerca, a dos letras de decirlo, a punto de ya acabar con la intriga… pero como les digo… todo se va al diablo de inmediato por el maldito miedo que recorre mi cabeza en ese instante. A veces quisiera olvidarme que estoy perdiendo mi tiempo que me siento mojado en medio de esta lluvia que cae sobre Lima ahora mismo y que a veces aprecio entre la nada la intención simple de querer quedarme solo. Recuerdo cada uno de los consejos de las personas que saben de esto, que les he contado y que producen en su comportamiento la intriga de saber de quién estoy hablando o quién es ese ser que provoca en mi mente un cataclismo unilateral. Ellos me dicen lo que debo hacer, me dicen que puedo decir o de qué modo debería actuar frente a ella, aunque a veces quieren que les de las características suficientes para decirle al menos dos frases que especifiquen todo. Por ejemplo, algunos hasta me pegan cuando les digo que no pude decirle nada… (ouch, aun me duele).

¿A quién creer? No tengo idea, puesto que muchas contradicciones provocan en ambos lados de mi cerebro, mi corazón se siente dividido y desesperado por explotar, como si fuese una bomba de tiempo que va avanzando y nadie lo detiene a pesar que tengo el código de fallo.
No se sabe qué hacer en estos casos, aunque estoy seguro que tu amigo lector estos casos los viviste y seguro saliste airoso, contento y llegaste a tu casa con una risa en tus labios, o tal vez llegaste decepcionado (poco probable). Metete en mi pellejo un momento y por favor dame un consejo de conejo, aunque sea chiquito. Seria de mucha ayuda. V
olviendo a todo y resumiéndolo, creo que Gustavo tuvo razón en algo, cuando Brian (también del periódico) me pregunto el porqué de mis dilemas ¿Quién era el motivo por el cual mi comportamiento se haga cada vez más desesperante?... pues yo como siempre no respondo y únicamente digo “Decadencia de voluntad”. Brian me preguntó ¿Cuándo podría verte alegre y contento? A lo que Gustavo en medio de su mirada hacia la pantalla y viendo hacia su tesis, atino a decir la frase que resumiría todo esto: “Seria como pedir que brote césped en el desierto”.
Se acaba el tiempo. No sé qué hacer. Ah y Gustavo, no me vengas con comentarios extensos.


Frase final:
Escuchen la canción “Secretos” de Alejandro Lerner, define todo lo que ocurre.

7 comentarios:

Pollo especialista dijo...

lo hagas rápido o no... acuérdate que el que no arriesga no gana...buen post

Pollo especialista dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...




Pase de voladita :(
Ando con suenho pero no queria dejar de saludarte...


Un beso.


Elmo Nofeo dijo...

Deja que hable tu corazón.

Cuando te enamoras de verdad, las palabras salen espontáneamente.

Saludos.

Zamira dijo...

Me he callado lo que siento y nos hemos apachurrado sin yo saber que él siente.
Convivimos una linda historia de pasión más que amor.
Ahora callo pasión porque sé que nunca hubo amor.

Gisel dijo...

la cancion es buenisima =)

Anónimo dijo...

te digo esto mi buen amigo: no hay mayor frustración que aquella al final del día antes de dormir le confiesas a la almohada todo lo que quisiste hacer y no hiciste (por cobarde, maricón, quedado, lorna, etc.)

piensa en eso