lunes, 29 de septiembre de 2008

Evocaciones

Hace unos días recordé aquella tarde cuando la oscuridad aparecía por aquellas ventanas gigantes, recuerdo que la veía observar hacia el suelo y luego hacia cada una de mías palabras, fruncía el ceño y seguía mirando al suelo. Yo seguía hablando, no podía callarme ya estaba sentenciado, cuando termine me di cuenta de lo que había pasado, que ya era momento de ponerle fin a ello. Y se dio. Aquí la historia.

Me preguntaron que vi en ella para estar como estoy. No sabría como definirlo, al hablar con ella me transporto a ese universo en donde mis palabras son decepcionadas con el cariño que deseaba, su inteligencia me atraía al extremo y sobre todo esa risa que mostraba con mi bromas decadentes me hacia aterrizar luego de tanto tiempo de búsqueda.
Lo que comenzó como una mistad se hacía mas fuerte, y mas fuerte y cada día me daba cuenta que esto se salía del libreto, ella comenzó a gustarme y no se si yo a ella.

Me sentía bien con ella, las veces que salimos y compartimos momentos inolvidables provocaban en mi esa idea que me dijo un hombre que leía hojas de coca “Con ella tendrás mucha suerte” (cita textual), pero por momentos dudaba, si podría estar a su lado, o deseaba que así se hiciera ya no seriamos tan amigos como antes, es decir, habría la posibilidad que la amistad se acabe, que ya no seamos ella y yo, sino ella sola y yo solo, y ello generaba en mi la retención de este sentimiento.

Guarde esto tanto que sufrí un día cuando me contó sobre un antiguo amor, lo que hizo por él y que aun mantenía algo en su mente sobre este tercero, recuerdo que esa noche renegué como nunca, me golpeaba la cabeza para darme cuenta de mi error, que fue demasiado tarde y que ya no habría nada que hacer. Esa noche con todo lo ocurrido y su mente volada pensando en ello genero en mi la búsqueda de la verdad.
Esa noche en otro punto de Lima la mire a los ojos, fruncí el ceño de rabio al verme impotente a decírselo, discutimos levemente y yo me fui, ella se fue y en el auto camino a casa me di cuenta que algo había de hacer, y así fue, allí nació “Estas son mis Cartas”, el poemarios del que hable en
el anterior post.

Sin embargo, la amistad puede todo, volvimos a ser los amigos pero que se distanciaron por las benditas vacaciones, el que iba a buscarla para saber como estaba, el que esperaba hasta tarde para acompañarla al paradero, incluso intercambiar unas palabras, algo, y así se dio.
Sin embargo, los sentimientos carcomen y así nació la idea de decírselo por fin, en un momento cuando estemos a solas, cuando podamos por fin mirarnos sin interrupciones, que no se daba nunca.

Fue en vacaciones, lo recuerdo bien, ella estaba sola cuando la encontré, estaba como siempre, pedía ayuda como siempre me pedía y yo ahí estaba firme para ayudarla, a pesar del hambre y el cansancio me quede con ella para poder hacer algo. Y así fue, luego de 5 horas esperándola y hablando me di cuenta que estábamos solos, que por fin era el momento, así que empecé a preparar mi discurso yendo al baño y encerrándome en un cubículo a pensar y pensar en el parlamento.
Pero fue en vano, vano porque no dije nada de lo que practique, la vi frente a mi en ese espacio vació y cuando las luces se prendían le dije la verdad, que la quería mucho, que junto a ella quería compartir parte de mi vida, que era lo mas importante y especial que había hallado este tiempo estudiando. Pero nada sirvió, ella únicamente atino a decirme que no me vería como más, que seriamos amigos y ahí quedaría todo, que nada ni nadie le haría cambiar de opinión.
Yo me despedí, y ella se despidió, Salí del lugar y en plena calle caminando por el frió observando hacia la nada me di cuenta que todo había tomado un giro total, esto se había acabado y era el fin de nuestra historia, no llore porque es exageración, pero si, por la noche lo único que atine hacer fue leer esos poemas que le escribí y entre mis sueños rogaba que apareciese para pedirle perdón por hacer ello. Nunca soñé con ella.

Ahora, pues no se, aun la veo, y puedo decirles que es tan bella como siempre lo fue. Inteligente, hábil, decidida, un caso total que al verla provoca darle un golpe en la cabeza y decirle “REACCIONA” que había alguien allí que podía ayudarle, que la quería y que seria tan hincha de estar todo el tiempo que sea necesario, acompañarla en sus problemas, ayudarle a buscar una solución. Todo y todo. Pero no se.

El tiempo dicen que cambia las cosas, así parece, el sentimiento que saqué de mí vuelve por momentos, pero lo alejo, para no hacernos daño. No puedo negar que aun siento algo, pero que puedo hacer. Niego rotundamente haberme olvidado de ella. Aun esta aquí, y cada vez que puedo me repito que alguna vez la quise tanto. Hoy la quiero, mañana no se. Pero si queda claro si estas leyendo esto (casi improbable) que no te imaginas que difícil es hallar a alguien como tu en este mundo. No te imaginas en verdad.


Frase final:
¿Otra chance?
No, creo que no.

sábado, 20 de septiembre de 2008

El más vivo sobrevive

Este es el mundo en donde el más vivo sobrevive, el más bravo, el más gracioso, este es el mundo donde soltar un chiste malo te hace aterrizar al verdadero mundo en donde te ven como el bicho raro.
Este es el mundo, en donde saber hacerla es lo más favorable que puedas hacer.
Escribo esto porque últimamente me doy cuenta que las cosas no están saliendo muy bien, pues las veces que intento ser alguien que pueda generar una sonrisa pequeña en otra persona o sea objeto de alguna carcajada, va terriblemente peor.


Soy un ser común y corriente que sonríe o únicamente comprende cuando le juegan una broma, eso es normal, hasta aquí podrían creer que es común, pero no tanto. Como dijeron una vez por televisión “Bueno es culantro, pero no tanto”, y creo que eso pasa.
Desde hace unos días mi poca viveza como ser juvenil, ha provocado en muchos señalarme y reírse totalmente de mi, de mis penurias, mi profesión y otras cosas, y yo puedo comprender las risas, si que si, las aguanto porque como decimos aquí “tengo correa”.

Sin embargo, esto no ocurre, cuando intento hablar bien, intento ser como soy, alguien debe reírse y empezar a joder, en un comienzo es normal, acepto e incluso me río, pero tanto puede durar que se llega a un extremo de hacerme sentir algo mal, bueno no algo, totalmente.
Cuento esto porque así es el universo, y porque cuando me miran y se burlan de mis palabras hacen que mi conciencia sea carcomida.

Otro punto es cuando te das cuenta que he sido suplantado, y si, ocurre, como si fueras el objeto de comprensión y otras cosas más, y de inmediato parece otro y te cubre totalmente, hace que se olviden de tu persona, y no me pico (osea no es envidia), sino que ha llegado a un extremo en que me doy cuenta que estoy de sobra en un grupo. Y eso, pues yo lo acepto.
Ser suplantado, pues nunca lo experimente, es bueno darte cuenta de este verdadero universo y comprender que así siempre pasa, sobre todo en esta larga carrera que tengo como escritor. Alguien puede venir y taparme con un solo dedo y nunca más sonare, y lo comprendo, pero bueno, así es y no puedo combatir contra ello.

También me he dado cuenta que estoy de sobra, que no puede pasar lo mismo que pasaba hasta hace poco, que ibas en la misma línea que los demás, en donde las conversaciones eran entre todos, contigo en el circulo. Pero ahora, las palabras no llegan hasta mis oídos si no es por accidente, o porque no me dice, o porque me entero a última hora.

Pues sí, esto viene pasándome, y no sé, me siento regular, ni tan mal… ni tan bien… pero que mierda, a veces me culpo por no tener tanta experiencia en este mundo, y ello provoca que te vean como un niño, o como un ser totalmente alejado a la ideología de los mismos.
Me preocupa, pues no es como antes, y ser objeto de burla, de olvido, y no ser el que esta cuando las cosas se deciden, pues me extraña mucho. Me prometí que no volvería a pasar, sin embargo está pasando nuevamente (tiempos de colegio secundario).

A veces me pregunto si sería bueno alejarme, o si haría un bien quedándome así como estoy, calladito sin decir lo que pasa, siendo el muchachito de orejas de burro al cual apuntan en un rincón, o en una silla sentado contra el mundo observando mi soledad y riéndose de ella.
Pues nada, lo único que quiero es un consejo, que alguien venga a mi lado me abrace y me diga “Todo va a estar bien”, pero bueno, mamá enferma, papá en el trabajo, mis hermanos en lo suyo… no sé.


Frase final:

(Silencio y caminando hacia casa luego de otro día con esto)

viernes, 12 de septiembre de 2008

Cerca de la muerte

Enferme hace una semana, desde el jueves en la noche si no me equivoco, cuando una fiebre diminuta me aquejo y provoco que tome una pastilla que haga mejoría en mi organismo, cosa que resulto pero vagamente.
Sin embargo, el viernes ocurrió lo que menos me imaginaba que pasaría. Mi temperatura subió a cerca de 39 y mi organismo no daba por la noche, entre escalofríos y dolores al cuerpo dormir para poder sentirme mejor al día siguiente.
Ello no ocurrió, y así estuve el sábado, domingo y lunes, día central del suceso puesto que caí potentemente en una fiebre de 40 que hizo que me lleven rápidamente al hospital (5 días con fiebre y sin que baje era un temor de esos que asusta al que menos).
Fui con mi hermana al hospital, luego de no se cuanto tiempo recorrí ese lugar que de niño visitaba.
Al ingresar a emergencias recordé mi infancia, puesto que mi mamá me llevaba a este lugar luego de haberme detectado una infección terrible, el cual me aquejaba de un modo que no se pueden imaginar.
Recuerdo las mañanas en que mamá me despertaba, debíamos ir temprano al hospital, sea como sea, entre mi sueño y demás iba con la intención de mejoría, sin embargo no pensaba lo que estaba por pasarme en aquel nosocomio.

El lunes, mientras mi hermana compraba un termómetro y la doctora buscaba un controlador de presión, vi el ambiente en el que estaba, el olor a medicinas, el coro de personas quejándose de dolor y un anciano en una cama que pedía que alguien se acercara a ayudarlo. Mi cuerpo se escarapelo, y recordé aquella vez cuando estaba en una de esas mesas de exámenes médicos, mi madre me veía a mi costado y un hombre de bata blanca empezó a revisar el lugar afectado. Sentía como ingresaban agujas en mi cuerpo y como el frió del metal recorría mi espalda, los gritos que daba al tocarme la infección y como una manguerilla diminuta ingresaba para hacerme pedir ayuda a mi madre quien lloraba a mi costado rogando que aguantara.

Desperté de ese sueño despierto cuando la doctora hizo que entre el termómetro en mi boca, y de inmediato vi el techo.
Memorice esos momentos, esa tristeza que traía a mi madre y la posibilidad de que algo malo ocurriese conmigo, incluso las veces que me contaba el día que nací, cuando me dejaron en el hospital y cuando era mas grande que tuvieron que llevarme por intoxicación, según mamá estuve a punto de morir.
Lo que paso con mi infección fue un escape más a las garras de ese ser oscuro llamada muerte, recuerdo que hasta tres doctores me miraron a la vez, descifrando lo que podían hacer y con que debería tratar para la mejoría.



Luego de esos momentos salí del hospital recordando el trayecto que hacia con mamá, buscando el modo para que sonriera, llevándome a una esquina donde vendían bombitas de camote dulce y yucas fritas, mientras me hacia ver los periódicos y revistas animadas que vendían cerca de allí, para luego tomar un mototaxi y u microbús para que lleguemos a casa.
Mi hermana hizo lo mismo aquella vez, compro ese dulce y me hizo ver los diarios, ahora estaba grande y me daba cuenta de aquella experiencia terrible que había pasado, ello provoco que cierre los ojos y recuerde una y otra vez que estuve al borde de una desgracia.
Cada segundo que mamá me llevaba al hospital, sus llantos, sus preguntas diarias para saber si aun me duele dicha infección (afortunadamente ya estoy recuperado), y otros momentos hacen que recuerde a aquel anciano que se quejaba en la cama del hospital; y me hace pensar que la muerte ronda por cualquier lado, duerme cerca de nosotros viendo el momento de atacar y afortunadamente no cayendo aun en sus garras.

Frase Final.-
“No va a pasar nada ¿verdad mamá?” – frase cotidiana cuando iba al hospital.