lunes, 11 de octubre de 2010

¿Puedo abarazarte? (o es muy tarde)

Tracy Chapman suena por los parlantes de mi computador, escucho esa melodía una y otra vez los rasgueos de la guitarra y finalmente esa frase:

Sorry...

Quizás una palabra que simplifica los años que llevo pensando en aquellos momentos que desearía olvidar, pero que a la vez anhelo que nunca se borrasen de mi mente, que me acompañan como si fueran aquella sombra que se refleja a través de mis paredes verdes al encender la lámpara…

Is all that you can't say
Years gone by and still
Words don't come easily
Like sorry, like sorry

Los años pasan y creo que el destino genera que algunas cosas se mantengan tal como están. Así lo descubrí el ciclo pasado, el último día de clases camino a casa, viendo a través de la ventana del auto proyectarse las imágenes de aquellos momentos inolvidables. Aquellos momentos que quizás en algún momento y deseoso de olvidar los extinguía de mi mente pero no completamente. Y que desde aquel momento hasta hoy generan que diga la frase mágica que conlleva a la dirección de esta historia….

Forgive me ...

Quizás una frase que muchos desearon que diga, que algunos buscaran de que la mencione y olvidase aquel momento de idiotez que generó este problema. Incluso que se convierte en una imagen escondida entre los difíciles recuerdos. Por momentos parece que alguien cantaba esa canción, que alguien buscaba que dijera o haga aquello que se expresaba. Quizás, pero no sé…

Is all that you can't say
Years gone by and still
Words don't come easily
Like forgive, me forgive me

Al chocar los dedos contra el teclado intento impregnar en mi mente las noches largas en que escribía violentamente por mis deseos de olvidar, por mis tonterías de querer hacerme e difícil, el que era algo. El que creía que sus comportamientos lo demostrarían como alguien cojudamente superior, error sobrehumano que cada día con noches y contando madrugadas me repito. Momentos que en algún momento alguien habría deseado que reaccionara, que olvide ello y siga mirando al mundo como lo hacía antes… Podía hacerlo, salir corriendo y buscar mi destino, cogerlo y no apartarme nunca, tenerla siempre a mi lado….

But you can say baby
Baby can I hold you tonight
Maybe if I told you the right words
At the right time you'd be mine

Es difícil decir palabras en este momento, pero quizás sea lo conveniente, mucho tiempo ha pasado y creo que Tracy interpretó esta canción a alguien que también se dio cuenta de sus errores, que en algún momento reaccionaría, que la buscaría y le diría que realmente lo sentía, que esperaba un perdón que le decía que la amaba y no podía aceptarlo, o incluso que compartían la misma idea, olvidarse para un bien mutuo, pero que con el tiempo se darían cuenta de sus errores…

I love you ...
Is all that you can't say
Years gone by and still
Words don't come easily
Like I love you, I love you

Quizás estoy en un error, pero las canciones son las herramientas más que suficientes para apreciar los errores que se presentan, las cosas que no puedes decir o las acciones que no realizaste. Y creo que estoy ante una canción que describe perfectamente aquello que en algún momento se pudo desear, pero que no se realizó.

But you can say baby
Baby can I hold you tonight
Maybe if I told you the right words
At the right time you'd be mine

Rasgueo y fin de la canción. ¿La cantaste? Porque la estoy escuchando.

viernes, 8 de octubre de 2010

La necesidad de escribir

Me pongo a pesar luego de atravesar las calles de Lima, en especial el populoso Quilca y sus misterios y torres de libros coloridos, que las letras no dejan de sorprenderme.
Ahora que me pongo a pensar en este paseo, mi fin viendo libros nuevos y viejos, historias anónimas con tramas similares pero con narraciones diferentes, puedo darme cuenta que nunca en mi vida había decidido atravesar esta ciudad deseando tener un papel a la mano y escribir todo lo que mis ojos podían apreciar.

Mis viajes a este universo y capital del país desde mi casa en uno de los distritos del cono norte son instantes en los que sueño que estoy en una novela adaptada al cine, cada escena, cuando cierro los ojos convertida en un instante, en un momento de soliloquio, en donde el narrador presenta a sus lectores aquel escenario en donde se desarrolla su historia. Un lugar plagado de humo, combis a direcciones opuestas, conductores sudorosos, cobradores pensativos y afónicos, iglesias visitadas, puentes y pistas rotas, techos empolvados y abandonados a su suerte, negocios pujantes, personajes diversos que tienen alguna línea que decir,

Este es quizás ese escenario que los escritores desearían conocer, colocar su máquina de escribir (o ahora laptop) frente a una ventana que dé hacia el distrito del Rimac, o subir el Cerro San Cristóbal y ver ese universo y monstruo de mil cabezas que invade la ciudad, realmente un lugar donde se pueda plasmar la mejor historia.

A veces estando en el bus busco entre mis manos algún papel, un lápiz o lapicero y comienzo a garabatear lo que podría ser el desarrollo de una historia, con protagonistas diversos pero sólo una idea, sobrevivir.

Hoy me vi en la necesidad de escribir, no solo por Lima, sino porque volví a aquellos años de este viejo blog, abandonado por culpa de la flojera y los estudios universitarios, un lugar donde pensé que pocos visitarían por las malditas faltas ortográficas que sufrían, una vergüenza que lentamente parece irse.

Desde el post anterior hasta ahora, parecía renunciar a este blog que recibía historias ligadas a aquello que se fue. Hoy estudio pero sin aquellos amigos a quienes estimo más, y a quienes extraño cada noche mientras el frío recorre el patio de la facultad, a quienes veía sentados en la escalera, a aquellos que salían de una clase y me decían para hablar, a aquellos a quienes prometí graduarnos juntos… frases que se convirtieron en promesas incumplidas.

Creo que fue una de las variantes que generaron mi renuncia a escribir en este blog, y quizás porque estaba convirtiéndome en aquello que quise siempre ser. Ahora las cosas cambian, y veo que es cierto, me siento diferente, porque me doy cuenta que tengo las herramientas más que suficientes para continuar esta maravillosa carrera, todos los materiales que generan esa necesidad de escribir. Libros apiñados a mi cama, el orgullo de mi familia ante una profesión maravillosa, los consejos que me dejaron y me dicen hasta hoy mis amigos, el escenario perfecto, un ícono que seguir (felicidades por el Nobel), prácticas en un diario donde se presentarán más historias interesantes, y escritos acumulados en una carpeta de esta máquina.

La necesidad de escribir ha regresado, hoy, más que nunca, y con más ganas lo digo. Lo quiero lograr, lo voy a lograr. Porque el mundo confabula para que lo haga.

Octubre, mes de los milagros