viernes, 8 de octubre de 2010

La necesidad de escribir

Me pongo a pesar luego de atravesar las calles de Lima, en especial el populoso Quilca y sus misterios y torres de libros coloridos, que las letras no dejan de sorprenderme.
Ahora que me pongo a pensar en este paseo, mi fin viendo libros nuevos y viejos, historias anónimas con tramas similares pero con narraciones diferentes, puedo darme cuenta que nunca en mi vida había decidido atravesar esta ciudad deseando tener un papel a la mano y escribir todo lo que mis ojos podían apreciar.

Mis viajes a este universo y capital del país desde mi casa en uno de los distritos del cono norte son instantes en los que sueño que estoy en una novela adaptada al cine, cada escena, cuando cierro los ojos convertida en un instante, en un momento de soliloquio, en donde el narrador presenta a sus lectores aquel escenario en donde se desarrolla su historia. Un lugar plagado de humo, combis a direcciones opuestas, conductores sudorosos, cobradores pensativos y afónicos, iglesias visitadas, puentes y pistas rotas, techos empolvados y abandonados a su suerte, negocios pujantes, personajes diversos que tienen alguna línea que decir,

Este es quizás ese escenario que los escritores desearían conocer, colocar su máquina de escribir (o ahora laptop) frente a una ventana que dé hacia el distrito del Rimac, o subir el Cerro San Cristóbal y ver ese universo y monstruo de mil cabezas que invade la ciudad, realmente un lugar donde se pueda plasmar la mejor historia.

A veces estando en el bus busco entre mis manos algún papel, un lápiz o lapicero y comienzo a garabatear lo que podría ser el desarrollo de una historia, con protagonistas diversos pero sólo una idea, sobrevivir.

Hoy me vi en la necesidad de escribir, no solo por Lima, sino porque volví a aquellos años de este viejo blog, abandonado por culpa de la flojera y los estudios universitarios, un lugar donde pensé que pocos visitarían por las malditas faltas ortográficas que sufrían, una vergüenza que lentamente parece irse.

Desde el post anterior hasta ahora, parecía renunciar a este blog que recibía historias ligadas a aquello que se fue. Hoy estudio pero sin aquellos amigos a quienes estimo más, y a quienes extraño cada noche mientras el frío recorre el patio de la facultad, a quienes veía sentados en la escalera, a aquellos que salían de una clase y me decían para hablar, a aquellos a quienes prometí graduarnos juntos… frases que se convirtieron en promesas incumplidas.

Creo que fue una de las variantes que generaron mi renuncia a escribir en este blog, y quizás porque estaba convirtiéndome en aquello que quise siempre ser. Ahora las cosas cambian, y veo que es cierto, me siento diferente, porque me doy cuenta que tengo las herramientas más que suficientes para continuar esta maravillosa carrera, todos los materiales que generan esa necesidad de escribir. Libros apiñados a mi cama, el orgullo de mi familia ante una profesión maravillosa, los consejos que me dejaron y me dicen hasta hoy mis amigos, el escenario perfecto, un ícono que seguir (felicidades por el Nobel), prácticas en un diario donde se presentarán más historias interesantes, y escritos acumulados en una carpeta de esta máquina.

La necesidad de escribir ha regresado, hoy, más que nunca, y con más ganas lo digo. Lo quiero lograr, lo voy a lograr. Porque el mundo confabula para que lo haga.

Octubre, mes de los milagros

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