sábado, 29 de septiembre de 2007

Un sueño que siempre tenia

(Tantas veces pensado, estudiado, pero sin entendimiento)

Nunca lo habia descrito, o bueno, nunca tampoco lo habia escrito, pero lo recuerdo como si fuera algo inentendible en mi memoria, aquellas madrugadas tormentozas de mi vida.
Estaba enamorado (que novedad) y lo estaba de verdad. Pero nunca supe porque en medio de tanto amor por dar un hombre se interponia con carrera universitaria en el bolsillo y con capital suficiente para arrastrarme por el suelo como refregador de polleria.
Lo unico que me quedaba era rendirme, darme cuenta que todo lo que hacia o intentaba hacer era en vano; todo era casi imposible de que termine en un final feliz a lo Richard Gere en "Reto al Destino" o algo por ahi.
Vamos al asunto.
En medio de mis tormentos, bueno de las noches en que me ponia a mirar el techo de mi cuarto y repasaba cada escena de la obra del dia en mi propia vida; cuantas cosas habian pasado.
En medio de mi ronquidos pidiendo amor a esta mujer tan maravillosa tenia unos sueños que me venian aquejando tres o cuatro noches seguidas.
Me veia en un campo verde, extenso, totalmente extendo y lleno de pasto por donde ni la tierra de donde brotaba se podia apreciar, habia en medio de todo un camino, largo que terminaba en un horizonte alto el cual caminaba a espera de hallar el lugar de donde me encontraba.
Al alejarme escuchaba repetinamente una voz, una figura diminuta que estaba en el mismo lugar dodne apareci me daba señas pidiendo regreso, yo nunca volvi.
Al llegar al horizonte me daba con una sorpresa, habia un mar extenso, con unas olas sin bravura y tan azul que me era dificl de compararlo con el oceano que siempre veo. De un momento a otro aparecia algo en mi, sentia como un pequeno dolor que no pasaba a terrible, y al darme cuenta de mi espalda salian alas, si alas y volaba a toda velocidad hacia el infinito.
Mi viaje era genial, volar y volar y es oque habia avanzado un kilometro de distancia a donde estaba ese campo extenso... pero la voz me perseguia, me gritaba, hasta reconocerla. Era esa mujer a quien tanto queria que me pedia que no me vaya de su lado, que vuelva y sobre todo una frase mas "Te necesito"... ello provocaba que despertara, no caido pero si pensativo.
¿En verdad me necesitaba?
¿Por que pedia que me quede a su lado?
No encuentro respuestas, de todos modos, ella todavia vive con ese hombre que con su "encanto" la aparto de mi vida. Aparte ya no la veo y no se si la podre ver.
De todos modos, eso de volar, ese campo verde nunca mas aparecieron en mis sueños, hasta hace unos dias, pero no para pensar en la misma mujer, sino para otra cosa que pronto espero contar...

viernes, 21 de septiembre de 2007

"EL CUENTO"

Participante del concurso de Juegos Florales 2007 USMP

Necesitaba el cuento y lo necesitaba en ese momento. Tenía miedo y lo demostraba al momento de temblarle las manos, eran las dos y su reloj parecía un ojo dictador que controlaba sus palabras y sus manos. ¿Qué puedo escribir? – piensa don Jorge, ya había pasado el tiempo, todo se iba consumando y se sentía más obligado en encontrar un poco de capital con el cual sostenerse, era un “error” no haber hecho ello antes, por eso necesitaba el cuento. Se sentía mal, era mucho temor para sí solo, aunque el ambiente lo mostraba taciturno.
Con el café por la mitad a su lado izquierdo y sintiendo que su mesa en cualquier momento caería por el tiempo, su cuarto de la quinta era su único lugar, ya que el tiempo y sus años lo negaban a regresar, tanto la playa, el parque, así como su pueblo en el sur. Necesitaba el cuento, pero no podía tenerlo, aunque los minutos pasaban, la punta del lápiz estaba pegada al viejo cuadernillo, ni una palabra, solo el trazo del improvisado dibujo de una cruz, pero nada de cuento. Esta vez se acababa el tiempo.
Don Jorge con nombre de santo quería ser escritor, lo deseo desde aquella vez que renunció al periódico al que trabajaba de mensajero, lo deseo desde hacia tiempo y quiso desempeñarlo. Vas a terminar comiendo papeles – le decía su madre. Su cuarto en la quinta no era muy visitado, el que menos se le hacia extraño verlo llegar con unos libros y botando bollos de papel con palabras y oraciones inconclusas por la ventana; lo tildaban de loco pero sabían que no era cierto, muy educado con sus buenos días, pidiendo permisos o expresando adelantes al pasar un vecina, es bueno don Jorge.
A pesar de ser como era, de vivir allí donde las personas pasaban y se preguntaban que había dentro de la habitación, don Jorge no poseía los recursos suficientes. A sus 54 años se percataba de su situación cuando veía a su alrededor los indicios de la pobreza, desde como se acababa el kerosene, la bolsa de pan que estaba vacía y sus almuerzos no pasaban de ser arroz con alverjitas, eso, si había suerte poder comer un huevo frito o una menudencia de pollo.
El cuento seria la única vía para salvarlo, claro, recordando cuando esa tarde en una reunión se encontró con su viejo amigo Felipe de apellido Verástegui, promoción de la universidad al que siempre apoyaba en todo momento, cuando con copa en mano en plena conversación:
- Un cuento, eres bueno narrando, pero escribe uno, lo puedo publicar mientras trabaje allí en el diario, así te damos un sencillo.
El inconveniente era que don Jorge temía escribir, sus años deseando ser escritor lo estaban consumiendo y lo que quería hacer no pasaba de ser narraciones orales, como en aquellos tiempos que las historias se transmitían como cantares. Las veces que lo intento no podía ni siquiera comenzar o llegar a la mitad de una historia, a pesar que muchas cosas pasaron por su vida y tenia alguna anécdota con cercanos, el hombre parecía atrapado en el tormento de no escribir una oración para el cuento que quería, una frase o una narración especial. Las palabras procedentes de sus labios narrando las aventuras de su tío el abigéo o de su padre el ex combatiente, además de las historias de su familia entrelazadazas con condenas tristes no podían ser impregnadas en un papel.
Recordaba su situación, y lo sentía cada vez que al levantarse de la silla no escuchaba alguna moneda chocando con otra o viendo algún billete. “Escribe” decía a si mismo.
De un momento a otro escribió una frase, pensó en una historia, en la de su primo que había muerto en combate; que dejo en estado a su novia y que se volvió en un héroe anónimo mas de la historia de su país. Se sirvió más café en su taza y continuo el relato, sentía por momentos que iba mal, pero pensaba en correcciones y algunos cambios que vendrían el día que se publicara la historia, pensaba en lo que le darían, unos cuantos soles no caerían mal, serían bien recibidos solo para poder solventar algunos gastos y deudas venidas y por haber.
Ya era casi de noche, y suspiro cuando vio aquella hoja de su viejo cuadernillo, escrito de un lado a otro y con trazos, datos, dibujos diminutos y algunas correcciones; había terminado el cuento, no quiso esperar hasta el siguiente día y prefirió llamar de una vez a su amigo para contarle de su historia, la trama y si se podía publicar aún.
De un viejo abrigo saco una billetera, esta tenia algunas partes del cuero algo desteñidas y papeles sobresalidos entre tarjetas y recibos, busco uno especifico y soltó una sonrisa al ubicar una en especial, color blanco con el símbolo del diario en la parte superior el nombre Felipe Verástegui, editor del diario El Comercio; dos teléfonos, un celular y uno directo.
Hizo un esfuerzo, camino hasta la puerta y llego al patio de la quinta con el papel lleno de frases tachadas con lápiz, garabatos diversos y palabras separadas en la mano. Caminó hasta la esquina y llego al teléfono de la tienda. Saco de su bolsillo una moneda y comenzó a marcar el numero, “prefiero primero el celular para asegurarme”, pensó. Marcó los números y una voz lo dejo frío: Se le informa que el número que ha marcado se encuentra fuera de servicio.
Don Jorge tembló, no podía ser cierto, no se asustó, tal vez su celular se lo había robado, o lo había cambiado; se despreocupo y probo suerte con el teléfono directo:
- ¿Alo? – contesto una voz femenina.
- Aló, buenas tardes, disculpe ¿con el señor Felipe Verástegui?
- Eh.. ¿De parte de quien?
- Dígale que de su amigo Jorge Velásquez, por favor.
- Mmm... por favor espere señor.
Un melodía sonó, don Jorge se tranquilizo, ojalá no se demoren porque después la llamada se corta, mientras lo buscan le dicen quien es todo estará arreglado, observó el papel y procuro sostenerlo fuerte para que no se vaya con el viento...
- Aló – dijo la voz de un hombre.
- Alo ¿Felipe? Oye soy Jorge, fíjate que –
- Aló, señor Velásquez, disculpe, el señor Verástegui ya no trabaja aquí...
Sus labios quedaron detenidos al escuchar la interrupción, suspiro y agradeció, colgó el teléfono y camino con dirección a la quinta.
No quiso soltar algún indicio de tristeza, pero al ver el papel sacudía su cabeza como intentando buscar un aire que lo calmara, al llegar a su casa vio a los niños como lo espiaban y susurraban aun algunas frases. Don Jorge en el umbral de la puerta arrugo el papel, lo arrugó y lo soltó al patio y mientras cerraba la puerta escuchaba como los niños cogían el bollo de su cuento como una pelota de fútbol improvisada.

DARTE CUENTA

Es difícil tener esta edad
y entender que cada minuto que pasa
mas tiempo te estoy perdiendo,
que cada recuerdo de esa noche se
vuelve un beso en tu memoria,
“me dan ganas de llorar”.
Intento buscar el sabor
de la verdad,
encontrando todo amargamente triste,
procuro buscar un refugio entre
la melancolía,
pero lo único que me abriga es
un manto de desdicha,
busco todo, pero no hay nada.
No hallo mas que un recuerdo
y en el tu rostro de alegría
cuando hablabas frente a mi,
cuando tu belleza te hizo transformar
en heraldo prohibido
de decirme palabras asesinas.
Tu mirada y tus palabras
han puesto a mi ida
una minúscula cuenta regresiva...
Se que no lo sabes, pero ahora
si quiero que lo sepas,
hoy quisiera que descifres mi vida
y mis palabras, quiero
que te des cuenta que te quiero,
que anhelo estar contigo,
y de tenerte,
pero es imposible.
Desde aquí te miro,
abrazando a quien ocupaba
ese lugar reservado para mi,
acariciado un tacto
tan distinto al mío,
besando esos labios que tienen
el sabor de los míos.
Aquí estoy,
clavando un puñal en
mi pecho,
juzgándome yo solo y
pensando en mi destino.
Me voy de aquí sin que te des
cuenta de mis pasos,
me alejo lloviendo desde mis ojos,
suspirando y lamentando
no expresando un te quiero,
únicamente me voy
mudo y deshecho.
De.- "Descritos"

PUEDO

Puedo estar unos minutos enamorado de ti
luego puedo amarte sin reparo,
quedarme quieto observando el tiempo
que requieres para voltear tu mirada hacia mis ojos,
puedo mirar hacia el cielo,
a espera de que Cristo me diga que te mire nada mas...
puedo quedarme quieto
observando cada paso y las huellas que dejas
y que vayas pisando....

Puedo enamorarme unos segundos mientras observo hacia tus labios,
desear con ansias tus besos
mientras sueñas con otro,
puedo callarme y hacer que mis palabras
hagan una bulla que requiera de tu asombro,
y quedarme quieto mientras espero formar un camino
directo hacia mis brazos.

Puedo amarte un segundo así como toda mi vida,
puedo esperar un "si" aunque te hagas muda con el tiempo
puedo esperar tu presencia
aunque me quede cegado por los años,
puedo amarte... aun así nunca me hayas amado...

Y puedo quedarme solo si es que me obligas a olvidarte,
puedo expulsar mis brazos si no quieres que te abrase,
puedo cerrar mi boca si no deseas un beso,
y si quieres puedo morirme si ya no quieres verme...
puedo todo lo que puedo
siempre y cuando tu no me quieras,
pero eso si. solo cuando tú no quieras,
porque a pesar de todo...
yo haré que ello nunca ocurriera.


De.- "Descritos"

Pasajero 8

Aviso.- Esta historia es solamente una de un conjunto de relatos. Tiene continuacion, pero se publicara en otra oportunidad.

¿Le digo o no le digo? Piensa Adrian que de un momento a otro observa de reojo a su compañera de al costado. Si se lo digo ¿qué pasara? ¿se bajara? ¿escapara? ¿me aceptara? ¿me golpeara?
El micro ha girado a una calle diminuta, Adrian al verla sonríe y nuevamente posa su rostro hacia el respaldar del asiento de adelante, sigue observando de reojo y procura hacer silencio. Que linda eres, y agradezco a Dios conocerte, pero soy un cojudo al querer mencionarte que te quiero, pero... ay, maldito sea ese tal Felipe. Recuerdo aquel momento en que nos vimos por primera vez en la academia, porque la academia, y pensar que estudiaría en otro lugar, detesto esta clase de academias, pero a Dios gracias te encontré, además, no pensaba encontrar alguien como tú aquí, tu sola en ese salón, sin conocidos y tan solo intentando buscar las palabras de algún compañero, mientras que yo intentaba no juntarme con muchos de los que estaban ahí.
Carpetas ajustadas, de cinco en cada carpeta, de pizarra verde carcomida por el tiempo y tizas de color blanco, papeles sueltos y exámenes los sábados, igual, presentía que iba a ingresar..., no pensaba encontrarte ahí, tu, tan bella, Dios ¿se lo digo o no se lo digo?
Ella voltea y lo mira detenidamente sonríe y saca de su mochila color azul un cuaderno, empieza a leer unas líneas y busca al parecer algún intento de entretenimiento.
¿Ahora? Háblale imbecil, háblale, ya esta aburrida, además, falta poco para que se baje, y tu sigues tu trayecto, cojudo habla:
- ¿En que piensas? – dice Adrian, (¡Que huevon soy!)
- En nada – dice ella y sonríe.
¡Huevon! Eso eres lo que eres, ayayayyyy.. yo tengo la culpa de ser tan quedado, a pesar de todo, y eso que ya tuviste enamorada, esa loca de tu cole con quien solo te chapaste una vez, pero ya fue, además, tu pensamiento esta acá a tu costado, háblale, ella se va a ir, y eso que quiero que sea el motivo de mis sonrisas, ¿se lo digo?.
La muchacha guarda el cuaderno, observa a todos lados y ve en que cuadra va el micro:
- Ya me voy.
- Espera – dice Adrian. ¿qué dije?
Ella se queda callada y lo observa extrañada:Habla de una vez, ella esta aquí, además, es la única oportunidad, tal vez mañana alguien te gane, tal vez alguien mañana te diga ya tiene gil y tu cojudamente te quedaste... ¡Habla!
- Te veo mañana, chau.
Sinio los labios de ella en sus mejillas, sintió calor, sintió que era el momento, antes que el señor que estaba parado ocupe el lugar de ella no respiro para poder hablar:
- Te quiero.¡Que dije! Piensa. Reacciono tarde pero se dio cuenta que ella se estaba parada ahí viéndolo mientras se iba pasando de paradero.


De "Ruta"(Historias de un micro)

DESPUES DEL TIEMPO

Parecía que todo estaba siendo parte de un juego al momento en que dirigió la mirada hacia aquel cuadro en donde estaba retratada la sonrisa de Carmela y a su lado la seriedad de Catalina, una sonreía y la otra no. Se percato que en verdad las foto hacia una clara representación de la personalidad de la persona.
Prendió el cigarro en ese momento, felizmente la fiesta aun no había empezado, había sido el primero en llegar aquella noche de Noviembre, era 14 y justo se celebraba el cumpleaños de Carmela, eran ya sus 28 años, y aun no parecía que el tiempo pase volando por si misma, tenia el cabello rubio aun y esa mirada hermosa que no se cerraba para nada:
- Ponte cómodo mientras llegan los otros – le dijo en ese momento mientras entraba a la sala con una bandeja en sus manos.
Ignacio palideció por lo dicho y le mostró el cigarro que tenia sujetado entre sus dedos:
- Descuida puedes fumar, si quieres también puedes ir a la terraza – exclamo dejando la bandeja.
Camino un poco lento dirigiendo su mirada nuevamente a las fotos que había en ese momento:
- Que bellos tiempos ¿No? – exclamo Ignacio soltando un poco de humo.
- Maravillosos en verdad.
- ¿Por qué los sacaste?
- Porque como todos van a venir preferí que vean aquellas fotos que no sabían que existían.
Ignacio miro las fotos pero se quedo mirando aquella en donde estaba Carmela junto a Catalina, se dirigió a la terraza y empezó a fumar un poco mas lento de lo programado, caro que habían pasado tantos años desde aquélla vez en que se despidió de ella sin decirle un adiós, tan solo desde lejos dejándola con esa sonrisa que cubría la maldad que había hecho y que nunca nadie lo supo.
Ignacio de 17 años aun mirando sus libros de poesía buscando uno que declamarle mientras que Catalina en otro lado sonriendo y hablándoles de su querido enamorado.

Ignacio y Catalina empezaron su relación en Agosto del ultimo año de colegio, él se le había declarado en un paseo a una universidad, era tan bella en verdad y deseaba que sea parte de su vida en ese momento, a ella no le gusto mucho la idea en ese momento que le tocaba las manos, ese momento no pudo darle respuesta.
Tuvo que esperar tres semanas después, recién ella saliendo de su clase de Matemática el dijo que quería ser su enamorada y empezó a serlo desde ese día.
Sintió en ese momento como algo le quemaba las manos, era el cigarro que estaba aun prendido y soltaba humo en un hilo hacia el firmamento ¡Demonios! – grito. Hacerle recordar esos tiempos hacia que todo alrededor se pierda solo en ese instante.
Entro a la casa y vio a Carmela mirando hacia la ventana:
- Aun nadie viene ¡Que raro! - dijo un poco preocupada.
- Ya vendrán, no te preocupes.
Ignacio se acerco a las fotos y miro detenidamente a una en donde estaban toda su promoción, sonrió y Carmela se acerco:Los extrañas a todos ¿verdad?
- No se nada de ellos, quisiera verlos ahora. Dime, ¿sabes algo de ella? – dijo señalando la foto en donde estaba Catalina.
- Si, me comunique con ella hace unos días, y vendrá esta noche, me lamo en la mañana diciéndome que cancelo todo para venir.
Ignacio tembló, la vería aquella noche, seria ella quien lo vería, esa mujer que lo abandono para siempre en una noche después del cumpleaños justamente de Catalina. ¿Coincidencias?
Repentinamente sonó la puerta, Carmela salió disparada y se dirigió para ver, eran varios, Ignacio no sabia quienes eran, luego de estar tres años fuera del país se había olvidado de los rostros, pero ¿ellos se olvidaran de el?
Entraron cuatro muchachos y dos muchachas, saludaron a Carmela y le dieron regalos ¿quién seria Catalina?
El grupo vio a Ignacio parado acomodándose la camisa ¿Ignacio? Dijeron todos de golpe, fueron y lo abrazaron fuertemente las chicas lo llenaban de besos y los chicos de abrazos efusivos, Ignacio abrazo a todos sin siquiera recordarlos, luego miro bien los rostros, busco algún indicio para recordarlos, uno llevaba anteojos y tenia el cabello ensortijado, era Juan, no había duda, una chica linda de cabello largo con una sonrisa que alegraba a todos, se intimido un poco cuando Ignacio la miro fijamente, era tímida, claro era Jenny.
Otro muchacho llevaba mirada de tranquilidad y tenia los brazos cruzados viéndolo, era conocido, era muy conocido, Omar. La otra chica no pida ser Catalina porque no tenia el cabellos ensortijado ni ojos verdes como esa chica, era bajita, delgada era su amiga de siempre a la que sonrió y la abrazo con fuerza y diciéndole un pequeño ¡Ya!, si era ella, Matilde. Los otros dos no tenían que ser adivinados, eran casi parecidos a pesar de no ser gemelos eran hermanos, los fregados de la clase, Pedro y Pablo, los Ferré.
Todos se abrazaron y se sentaron mientras Carmela sacaba una botella de gaseosa y servia para todos, entre sonrisas y barullos alguien dijo entre todos:
- ¿Qué dice nuestro laureado amigo escritor?
Ignacio no necesito voltear a todas direcciones buscando a alguien en ese momento, sabia bien que se dirigían a él ya que había ganado el año antepasado el premio que tanto deseaba:
- Muy bien, muy bien felizmente – respondió.
- Déjalo, siempre ha querido ser como ese tal ¿Llargas Vosa? ¡Como sea!, siempre ha querido ser el mas premiado – dijo Juan Carlos.
- Mientras no rechaces el Premio Nobel podrás serlo – dijo Pedro Ferré.
Todos estallaron en carcajadas después de los dicho, Carmela llego con vasos y repartió entre todos, brindaron y la puerta volvió a sonar, entraron mas personas eran también de la promoción, ellos si podía saberse quienes eran porque tenían a pesar del tiempo las mismas caras: eran William, Anthony, Javier, Raúl, Katia, Lorena y Marlene, Isabel, Elizabeth todos en grupo y saludándose con todos y como lo anterior abrazando a Ignacio y preguntándole por el premio ganado.
Todo iba bien, entre música baile y preguntas llegaron las preguntas de Ignacio sobre que hacían actualmente:
Entre respuestas como Doctor, Profesor, Magíster, Administrador, Ingeniero, Postulante a la policía y Periodistas sonó la puerta.
Carmela abrió y todos voltearon a ver quien era. Hubo un largo silencio hasta que se abrió por completo, entro una chica de mediana estatura y mirada hermosa, todos se levantaron a saludarla, Ignacio se quedo sentado, mirando a todos lados esperando a que esa persona lo vea, esa chica que ahora era mujer, era Catalina.
Luego de todos los saludos, Ignacio se levanto y la miro, ella camino y vio repentinamente a Ignacio, las miradas se cruzaron y todos empezaron a fastidiarlos por ello, ya todos los sabían, claro había sido enamorados en el colegio.
Catalina un poco nerviosa sonrió y lo abrazo, Ignacio no se movió, ni soltó la copa de vino que tenia en su mano derecha, ella se aparto y se sentó junto a Carmela.

Toda la fiesta fue puro baile y chistes, conversaciones y anécdotas, todos vieron las fotos del colegio, era un momento de alegría, Ignacio vio la hora y decidió que ya era hora de irse, se levanto y fue a despedirse, un fuerte ¡NO! Cubrió la habitación, todos querían que se quedara, cerraron la puerta con llave y tuvo que quedarse ahí.
Se fue a la terraza a fumar y espero un rato hasta que lleguen las dos de la mañana, cruzo los brazos y vio directamente al cielo, recordó cuando con Catalina habían terminado hacia 11 años atrás, cuando vio todo ha unas cuadras de la casa de Carmela.
El recuerdo no se extendió ya que atrás de el sonaron unos pasos, eran los de Catalina que se acercaban tras el.
- No rompiste el juramento – dijo.
Ignacio la miro y apago el cigarro, trago saliva y la invito a sentarse:
- No te veo desde el ultimo día de clases, unos dos años después me fui y no volví a saber nada de ti.. ¿Estudiaste Ingeniería Física como me dijiste?
- No pude terminar – respondió Catalina un poco nerviosa.
- ¿Por qué?
- Porque (hizo una pequeña pausa y luego continuo), salí embarazada de mi enamorado.
Ignacio soltó un suspiro un poco fuerte, miro hacia todos lados y cruzo los dedos de sus manos:
- ¿Con él? – pregunto.
- Si, salí embarazada y al mes me abandono.
Ignacio prendió otro cigarro y se quedo quieto un momento, movió su cabeza cerrando los ojos, se levanto y miro hacia otro lado:
- ¿Por qué te abandono?
Catalina quedo en silencio, se aprecio en un momento como sus lágrimas salían y trato de limpiarse los ojos rápidamente para que no la vieran, Ignacio se imagino lo peor:
- ¿Como esta el niño? ¿El esta bien?
Ella no respondía.
- ¿El esta bien?
Ignacio sabia que algo pasaba porque lloraba de un modo muy fuerte, procuro que nadie la escuchase pero se apreciaba un lamento en sus ojos casi cerrados. Ignacio se levanto y camino hacia la puerta, volteo y la miro:
- Si no me hubieras engañado, si no me hubieras echo eso que tú sabes, tal vez ahora no estuvieras llorando así.
Ignacio salió y se despidió de todos, salió corriendo y tomo el primer taxi que vio, en el auto empezó a llorar y llego a su casa, prendió su computadora y comenzó a escribir algo que ni tiempo tuvo de releer, sus lagrimas caían hacia las teclas y se secaban al tocarlas con sus dedos velozmente. ¡Que mierda! – dijo.
A pesar de todo, de su cólera y su tristeza, ese amor que aun sentía por ella termino por convertirse en el odio que no había tenido desde aquel día de noviembre de hace 11 años.


10 - 01 - 06
De.- "El Fuego Frio"